23/2/10

Fría. Ese era el mejor adjetivo que Jaime encontraba para la piel de Rosario (además de más blanca que la nieve). Tenía los párpados cerrados. A simple vista parecía que fueran teciopelo y Jaime quería acariciarlos con la llema de sus dedos, y lo hizo. Lentamente abrió sus parpados y Jaime quedó fascinado por sus largas pestañas. Se rascó los ojos y lo miró. Jaime no pudo evitar sonréir.
-Te desperté, lo siento
-Me quedé dormida...¡Aish! y yo que quería estar despierta...Estoy cansada lo siento. Después de un noche movida, lo primero que me viene a la cabeza es dormir, dormir y dormir. Pero bueno ¿Qué haces que no estás en el valcón?- preguntó extrañada colocándose encima de Jaime, como lo hacen los niños chiquitos para que su mamá le cuente un cuento
-Queria verte dormida
-Mentiroso- lo acusó con una sonrisa pícara, típica en Rosario- lo que pasa es que estoy desnuda. Pervertido
-Será eso- dijo observándola- ¿Sabes? Hasta ahora no me había dado cuenta de ese detalle...- dijo mientras Rosario sorvía del cuello de Jaime- ¿Qué haces Rosario?
-Solo....disfruta de la toruta

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